Las noches en Los Ángeles tienen una melodía particular. Una melodía repleta de acordeones y guitarras potentes que relatan relatos de desamor y optimismo. Los grupos norteños en los angeles california han establecido un enlace entre las raíces de México y la cultura de California en esta gran metrópoli. Han forjado su encanto. Lo consiguen con elegancia.
En un rincón, el aire se impregna de música del Norte mientras los vehículos se desplazan por las animadas avenidas en cualquier sábado. Comprende cualquier sonido oído. Las notas se desplazan sin restricciones entre las construcciones, absorbiendo a quienes se detienen a escuchar. La plaza se inunda de personas deseosas de participar en el espectáculo con algunos acuerdos.
No son meras formaciones musicales, estos colectivos. Son relatores de las historias del folklore y de la gente local. Llevan a la audiencia a espacios polvorientos y días festivos en la finca con sus melodías. Las letras son fragmentos del espíritu que se manifiestan mediante la música, sueños en los que todos confían.
Asistí a un tocada en el corazón. La emoción se exabarcaba en un escenario reducido con luces tenues. Todos los pies comenzaron a bailar de manera voluntaria con la melodía del acordeonista. Todos nos carcajeamos al escuchar a una persona en la multitud exclamar: “¡Esa es mi rola!”
No todo es alegría. Los conjuntos de la región tienen la habilidad de tocar el corazón con baladas que nos hacen rememorar amores perdidos y promesas deshechas. Lo que distingue a este género es la combinación de emociones. Un día puedes estar en un matrimonio alegre, y al otro en una calma bajo la luna.
La diversidad es el pan de cada día en Los Ángeles. La música norteña ha conseguido establecer un lugar único. Ha desmantelado obstáculos culturales y traspasado límites. Al oír estos ritmos, incluso quienes nunca han visitado el norte de México experimentan un frescor en el espíritu.
Han encontrado un hogar lejos de sus hogares, transmitiendo entusiasmo por toda la ciudad. Detente un instante la próxima vez que oigas el susurro ronco de un bajo sexto en el aire de Los Ángeles. Disfruta el momento. Experimentas el pulsar del norte en tu corazón al igual que miles de individuos cuya historia narra esa melodía.